Reproducimos un artículo aparecedio en el diario "El Diario": Artículo de El Diario
Si hace un año escribía aquí mismo sobre
la lección de lucha que nos daban los viejos mineros en estos tiempos
hipertecnologizados, hoy el ejemplo nos lo está dando un colectivo que
aparentemente está en las antípodas del minero: el de los informáticos. En
concreto, los trabajadores de HP, que llevan tres años de conflicto,
y están a punto de iniciar una huelgaindefinida.
Digo antípodas, porque en el imaginario social los informáticos representan
el reverso de los mineros: si la mina es trabajo físico puro, el informático no
parece necesitar más que su cerebro. Si la mina está bajo tierra, el
informático parece habitar la nube, ese lugar indefinido en que se desarrollan
las actividades tecnológicas. Frente a la suciedad de la mina, la blancura
aparente de la informática, incolora, inodora e insípida. Y si los mineros han
encarnado históricamente la solidaridad de la clase obrera, el gremio del
teclado y ratón siempre ha parecido un triunfo del nuevo capitalismo,
individualista, competidor y desclasado.
Al hacer la comparación he repetido varias veces que “parece”, y así es. La
realidad laboral de los informáticos no tiene mucho que ver con la imagen
idealizada que tenemos: ese mundo de empresas simpáticas, con futbolines,
trabajadores en bermudas, buen rollo y una actividad que parece más un juego
que un trabajo. Nada de eso. Como bien sabe la mayoría de trabajadores del
sector, su realidad se llama precariedad, subcontratación, explotación.
Trabajadores con largas jornadas, sin cobrar horas extra, a menudo compartiendo
espacio con trabajadores de diferentes empresas y con condiciones salariales
diferentes. Eso cuando no trabajan por cuenta propia, auto explotados.
Podríamos ver algunas similitudes entre los mineros del siglo XIX y los
informáticos del XXI, no tanto en sus condiciones como en su lugar en el
sistema productivo. Los informáticos son a la revolución tecnológica lo que los
mineros eran a la revolución industrial. Un pilar central, imprescindibles para
el desarrollo económico, una fuente de riqueza sobre la que se construyen
imperios empresariales. Frente a los obreros del pico y la pala, los actuales
“obreros con teclado”, como los llama David García Aristegui, un pionero del sindicalismo en
el sector informático.
Sí, han leído bien: sindicalismo informático. Suena a contradicción en
términos, es verdad. La clásica arma de lucha obrera y la hipermodernidad
tecnológica en una misma frase. Pero así es: todavía son pocos, pero cada vez
hay más trabajadores que se afilian, participan en asambleas, secundan movilizaciones,
incluso huelgas. El de HP tal vez sea el más visible, y el que más lejos llega,
pero no es el primero. Antes ya hubo conflictos laborales en consultoras
informáticas comoAlalza, Capgemini, Alten o Sadiel,
en algunos casos con éxito.
En el caso de HP, el enfrentamiento de los trabajadores con la empresa va
para tres años, en los que ha habido 260 despidos en una empresa que declara
beneficios, y que acaba de comunicar un proceso de Modificación Sustancial de
las Condiciones de Trabajo. Es decir, recortes de sueldos y aumentos de
jornada, que tras la última reforma laboral son más fáciles.
Los trabajadores no se han quedado quietos: rompiendo el tópico de los
informáticos aislados e individualistas, y superando las dificultades de un
sistema laboral que parece diseñado para hacer imposible la acción colectiva,
los trabajadores de HP llevan tres años de manifestaciones, huelgas, acciones
en congresos del sector. Y por supuesto en las redes sociales, pero usándolas
para ganar apoyos y salir de ellas, bajo un lema que
todos deberíamos tatuarnos: “Sal del Twitter. Sal del Facebook. Toma la calle”
Todavía son pocos, todavía hay muchos trabajadores del sector que no
pueden, no saben o no quieren intentarlo. Pero como estas movilizaciones
prendan, podemos estar ante el comienzo de algo grande. Volviendo a la
comparación con que empecé: en los tiempos industriales, cuando los mineros se
ponían en huelga paralizaban el país. Imaginemos qué pasaría hoy si todos los
informáticos se plantasen a la vez. Por ahora, como los mineros, también
ellos necesitan nuestra solidaridad.
Cuando los mineros salían de la mina, las autoridades se echaban a temblar.
Cualquier día los informáticos bajan de la nube, y ya verán.
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